Odio que alguien no se dé cuenta de que necesito su atención. Odio ser una persona que necesita atención de determinadas personas en determinados momentos del día. Odio rechazar a la persona que sí me muestra atención cuando no es ella la/el elegido. Pero simplemente no puedo evitarlo. El rechazo me lleva a las contestaciones y esto a su vez a las discusiones. Así, así es como se consigue la tristeza interior que últimamente siento todos los días. No me gusta discutir o sentirme así, a pesar de que parezca todo lo contrario. De hecho nada más decir las cosas me arrepiento. Puede que hace unos años mi orgullo me llevase a estar cabreada semanas o incluso meses, pero ahora una vez la disputa ha terminado a los dos días sin contacto con esa persona ya soy un deshecho emocional. Ahí es donde noto el mayor cambio en mí misma, en la capacidad para hablar las cosas y reflexionar sobre ellas. Aunque a pesar de la sabiduría ganada en ese aspecto, a pesar de hablar las cosas y reflexionar sobre ellas, una vez acabado todo el proceso de discusión ese sentimiento de tristeza sigue ahí. Eso es lo que más me fastidia. Necesito exterminarlo.
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